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Marzo con M de MUJERES

  • Foto del escritor: Feministas por una Nueva Historia
    Feministas por una Nueva Historia
  • 24 mar 2021
  • 6 Min. de lectura

Si tuviéramos que decir cuándo proponemos nuestro inicio de año, sin dudas, marzo es el mes más propicio. Tenemos tres fechas de gran relevancia para pensar el recorrido de luchas y debates del movimiento de mujeres, lesbianas y feministas.

Es por esto que compartimos una serie de tres notas que nuestras compañeras integrantes de FemHistoria realizaron pensando en diferentes aspectos que involucran al 7 de marzo, 8 de marzo y 24 de marzo. No se han escrito estas notas a modo de “efemérides”, sino más bien, buscando plantear cuáles son los contextos que terminaron condensando en fechas, pero que no se ciñen a éstas. Podemos pensar en estas fechas como una excusa para dar fuerza a la visibilidad de la agenda de demandas y debates feministas. Y una invitación a seguir por este camino.

[1]


Feminicidios, Genocidio y Crímenes de Lesa Humanidad. La lucha de los Pañuelos Blancos. El tercer evento que nos convoca.


La fecha del 24M es una fecha que se viene trabajando en las escuelas y desde las políticas de Estado hace varios años. Pero ¿cómo se visibiliza a las mujeres? ¿Cómo se establecían las relaciones de género en un proceso caracterizado por la violencia y el carácter violento de la voluntad política transformadora?

Durante la última dictadura argentina, de 1976 a 1983, el terrorismo de Estado utilizó métodos de torturas y desaparición de personas de manera sistemática. En ese contexto las mujeres, además, debieron soportar métodos dirigidos especialemente hacia ellas, tan sólo por ser mujeres: violaciones sistemáticas, esclavitud sexual y servil, humillación psicológica permanente, embarazos y partos en las peores condiciones humanas, el robo de sus hijas e hijos, entre otros.

Por sobre todo, la violación sexual constituyó un acto de afirmación del poder masculino de los militares sobre las mujeres. Desde el más alto jefe del campo hasta el último conscripto, pasando por todos los custodios e interrogadores, todos se sintieron con derecho a disponer de las secuestradas como esclavas sexuales. Si bien es cierto que hubo hombres violados, no lo fueron en el grado de sistematización y generalidad en que lo vivieron las mujeres. Y violar a un hombre constituía la afirmación del poder masculino sobre varones “feminizados” y por ende violables y degradados.” [2].

Los contextos de encierro asumieron la tarea de “normalizar” a las y los sobrevivientes, entre ellos, encontramos a los psiquiátricos, cárceles, campos de concentración, salas de tortura, entre otros.

Las mujeres secuestradas en los '70 representaban lo anormal. En las décadas de los '60 y '70 se produjo “una alteración del estereotipo femenino” [3]. Los militares las denominaban “Putas y guerrilleras”, tal como relata el libro de Miriam Lewin y Olga Wornat (2014). Mujeres que se habían descarriado de la sociedad cristiana occidental, debían retomar las labores hogareñas y educar a hijas e hijos, el imperativo era que debían “volver a los valores de la iglesia católica”, “al lado de un marido”, con la estética que le correspondía a una “buena mujer” (estas son algunas de las frases que debían soportar las prisioneras mientras las violaban, las torturaban y las obligaban a servir y atender, acompañar como buenas mujeres a los varones torturadores). “La humillación hacia los prisioneros y prisioneras era permanente. Y a la que se “merecían” las detenidas por “subversivas”, se agregaba el castigo por ser mujeres, por haber desconocido la esencia femenina que habría debido mantenerlas en casa, alejadas de toda actividad político militar.” [4].

“Sin duda hay una diferencia de género en los atributos de los que se invistió el horror del terrorismo de Estado: las violaciones, las condiciones del parto y el secuestro de los recién nacidos aumentaron la victimización de las mujeres” [5]. Dora Barrancos, en su libro Historia de las Mujeres en la Sociedad Argentina (2007), relata el testimonio de una mujer en el juicio a las juntas que narró cómo su torturador después de violarla varias veces le pasaba semen por las heridas “para curarla”.

En este punto, nos interesa dar cuenta de la diferencia entre femicidio y feminicidio. “Feminicidio es un término político que conceptualmente es más abarcativo que el femicidio porque señala también al Estado y a las estructuras judiciales que naturalizan la misoginia y con ella la impunidad, responsabilizándolos por los asesinatos de mujeres, ya sea por inacción, tolerancia u omisión” [6]. Por lo tanto, las mujeres asesinadas durante la Dictadura Militar cuentan como Feminicidios, aunque dicho concepto no aparece en los Juicios a los militares, ni en los medios, ni en los programas curriculares escolares.

A su vez, es pertinente traer el concepto de “Femi(geno)cidio” [7]. Si bien en la Argentina la figura de Genocidio no fue tomada por los tribunales en los juicios, sí se tomó la figura de Crímenes de Lesa Humanidad. Podemos encontrar la figura de Genocidio dentro de algunos fallos. “En el caso del genocidio porque los grupos consagrados –nacional, étnicos, racial, religiosos y políticos por la Convención de 1948 y reconfirmado por el Estatuto de Roma, pero no nos encontramos tipificadas las mujeres (…) mientras tanto, el aumento vertiginoso de las formas de crueldad letal contra el cuerpo de las mujeres prosigue su curso” [8]. De todas maneras, desde las organizaciones sociales y de Derechos Humanos se sigue sosteniendo que fue un genocidio.

Acá redoblamos la apuesta ¿Si fue un genocidio, por qué no podemos agregar la figura de femigenocidio? Las relaciones de poder, las torturas hacia las mujeres, tenían características diferentes a la de los hombres.

Si retomamos el concepto de visibilización que proponen estas fechas, en el 24M las mujeres continúan invisibilizadas. No encontramos la figura de feminicidios, mucho menos la de femigenocidio. Se ha logrado que las violaciones se convirtieran en crímenes de Lesa Humanidad [9]. “Después de su invisibilidad inicial y como consecuencia de la presión de entidades de Derechos Humanos, la violencia sexual y la violación practicadas como parte de un proceso de ocupación, exterminio o sujeción de un pueblo por otro, fueron siendo incorporados paulatinamente como crímenes de Lesa Humanidad (violación y otros actos inhumanos)” [10].

Por último, pero no menos importante, quizás son la luz después del terror. Fueron mujeres las encargadas de visibilizar lo que ocurría en la dictadura, fueron madres y abuelas que salieron a las calles a buscar a sus hijas e hijos y a sus nietas y nietos. Fueron el ejemplo de cómo la maternidad es política. Del ámbito privado al público y político llevaron sus conciencias, sus cuerpos. Asumieron la lucha de sus hijos e hijas -entendieron todo-. ¿Estaban alejadas de la política y la militancia realmente? Seguramente no, quizás no estaban cerca de la manera que lo hacían quienes militaban, pero en sus hogares criaron mujeres y hombres que portaban una gran conciencia política y social. Ellas aprendieron de sus hijos e hijas. Pusieron su cuerpo frente a los militares. Es el mismo paradigma y mandato maternalista que oprimió a tantas mujeres el que llevó a estas madres a salir a la calle, a pedir “Aparición con vida”, a pedir “Nunca Más”, a pedir “Juicio y Castigo” y “Ni olvido ni perdón”. Son nuestras tan amadas Madres de Plaza de Mayo y Abuelas de la Plaza de Mayo. Las Madres y Abuelas fueron la inspiración de las generaciones posteriores. Mujeres que tuvieron como premisa que “la única lucha que se pierde es la que se abandona”. Los pañuelos violetas y verdes tienen como ancestro el blanco. Aprendimos en el camino. Nos unimos en el camino de la lucha. ¡El coraje de ellas nos abraza día a día y nos enseñan a no bajar los brazos! ¡La lucha será feminista o no será!


[11]


Notas:

[1] Imagen recuperada de: http://www.unapapelera.com.ar/2013/03/ al 24 de Marzo de 2021.

[2] Álvarez, V. (2000). Encierros y sujeciones. El encierro en los campos de concentración. En F. Gil Lozano, V. S. Pita, & M. G. Ini, Historia de las mujeres en Argentina. Siglo XX, Taurus, Buenos Aires.

[3] Barrancos , D. (2007). Historia de las mujeres en la sociedad argentina, Sudamericana, Buenos Aires.

[4] Álvarez, V. (2000). Encierros y sujeciones. El encierro en los campos de concentración. En F. Gil Lozano, V. S. Pita, & M. G. Ini, Historia de las mujeres en Argentina. Siglo XX, Taurus, Buenos Aires.

[5] Barrancos , D. (2007). Historia de las mujeres en la sociedad argentina, Sudamericana, Buenos Aires.

[6] Hendell, L. (2017). Violencia de género. Las mentiras del patriarcado, Biblos, Buenos Aires.

[7] Segato, R. (2010). Femi-genocidio como crimen en el fuero internacional de los Derechos Humanos: el derecho a nombrar el sufrimiento, Femicidio Net.

[8] Segato, R. (2010). Femi-genocidio como crimen en el fuero internacional de los Derechos Humanos: el derecho a nombrar el sufrimiento, Femicidio Net.

[9] “En el Tribunal Ad Hoc para la ex Yugoslavia, la violación considerada como tortura y esclavitud, y otras formas de violencia sexual, como la desnudez forzada y el entretenimiento sexual, como tratamiento inhumano fue antecedente por el cual se tipificaron finalmente una diversidad de crímenes sexuales en el Estatuto de Roma, que rige los procesos del Tribunal Penal Internacional.” (Segato, 2010)

[10] Segato, R. (2010). Femi-genocidio como crimen en el fuero internacional de los Derechos Humanos: el derecho a nombrar el sufrimiento, Femicidio Net.


Autoras:

Carla Blanco

Bianca Gaetán





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